NOTA del Administrador

Los temas económicos acostumbran a ser muy controvertidos (por no decir polémicos) por su trascendencia con la vida cotidiana y sus difíciles relaciones entre teoría y práctica. Además los ejercicios que se puedan hacer en tendencias macroeconómicas, nunca están exentos de politizaciones. Es por eso que ruego, a los que tengan a bien comentar alguno de estos artículos, identificarse correctamente. Pues todos aquellos comentarios anónimos o que no guarden las formas, serán eliminados.

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jueves, 6 de diciembre de 2012

El liberalismo, utopía de peaje (introducción)

Imagen extraída de la wikipedia




Si una teoría económica parte de premisas ciertas y es matemáticamente impecable, por qué no puede funcionar.
Algunos de los mejores economistas se han dejado seducir por alguna de las muchas tendencias o ramas del liberalismo (escuela de Chicago, monetarismo, escuela austriaca, shumpeterismo…), pero también todos ellos terminan cometiendo el mismo error: negar las consecuencias no contempladas y culpar a los gobiernos de injerencias que provocan las fatales desviaciones. Nunca serán capaces de aceptar que son los propios mercados los que dejan a los gobiernos sin opciones y les fuerzan a tomar esas medidas.
Porque el primer gran error del liberalismo es no aceptar que si el motor de los mercados es el egoísmo del beneficio económico, el máximo exponente de esa tendencia es lograr el poder total. Por eso, cuando se crean estructuras económicas gigantescas, estas adquieren un nivel de influencia que no solo desvía y desvirtúa los mercados, sino que interfiere en las estructuras del poder. Esta y no otra fue la razón por la que Franklin Delano Roosevelt decidió romper en siete trozos (las siete hermanas) la gigantesca compañía petrolera de Roquefeller. Muchos pasan por alto este punto cuando hablan del New Deal para salir de la Gran Depresión, sin embargo es un punto clave. De hecho los liberales debían haber sido conscientes de que en todas las sociedades la riqueza ha sido una poderosa herramienta de poder. Y si bien la democracia parecía una forma de proteger al Estado de esas influencias, al final, mediante el control de los mercados, a los que no pueden ser ajenos los Estados, los pueblos y, por supuesto, los gobiernos, se pueden forzar acciones de poder que favorezcan a determinados elementos económicos por encima de otros. Visto así puede parecer mera corrupción y personalmente yo así lo creo. Pero resulta ser una corrupción no regulada y avalada por el liberalismo, constituyendo una nueva palabra que da muchísimo repelús a los defensores a ultranza del liberalismo: NEOLIBERALISMO.
Por eso la aplicación de las economías liberales es algo que siempre se termina pagando y caro. Thacher sacó a la Gran Bretaña de una grave situación aplicando fórmulas neoliberales, pero pudo hacerlo eliminando recursos de futuro como privatizando la sanidad y haciendo fluir recursos externos para fomentar la City cuando la globalización aún no estaba instaurada (hoy sería muy complicado). En la actualidad, pasado ampliamente el periodo beneficioso de la reconversión, la sanidad privada británica, además de ser la más cara de Europa, está al borde de la quiebra financiera. También Pinochet aplicó el neoliberalismo para sanear la economía chilena. Dicen que contó con el apoyo del mismísimo Friedman y que funcionó… pero a qué precio. Pinochet no puso mucho interés en luchar contra la corrupción de sus altos funcionarios, pues había aprendido de Franco que esta “pequeña” corrupción podía blindar su posición de jefe del Estado. Paro estas corrupciones también suponían sangrías económicas que debían compensarse para sanear la economía. El empobrecimiento, día a día de los trabajadores, tal y como está ocurriendo hoy en día en todo el mundo, fue la mejor forma de compensarlo. Hoy, Chile, treinta años después, aún posee guetos irrecuperables que incluso han fabricado un idioma propio.
Finalmente tendríamos que hablar de Rusia, donde se ha aplicado el neoliberalismo más salvaje de todos. Rusia ha pagado su deuda con las teorías liberales, pero a cambio no ha logrado absolutamente nada que valga la pena.
Y es que al final el liberalismo siempre degenera en neoliberalismo y su verdadero logro es hacer que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. No es de extrañar, pues, que las clases trabajadoras del mundo vean el liberalismo como una amenaza para los pueblos que trae la esclavitud.

Al final el liberalismo no es más que otra utopía, pero una cara utopía de peaje.